Blog de Josep Maria Blasco


Sí, estoy de vacaciones, y no, no estoy de vacaciones


Publicado el 23 de julio de 2019.
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[Una versión de este correo ha sido incluída en el «Postfacio» de nuestro Todo está prohibido (epbcn, 2019, p. 188)JMB].

Ricardo,

Te contesto a lo de las vacaciones, y dejo lo demás para otra ocasión.

Sí, estoy de vacaciones. Y no, no estoy de vacaciones.

Me explico.

Estoy de vacaciones: estoy en Tossa de Mar, como lo estaba ayer cuando compuse el primer correo. Me he despertado a la hora que me ha dado la gana, un buen desayuno, ahora te contesto y me vuelvo a Barcelona, donde lo primero que me espera es... el osteópata, un buen masaje. O sea: sí, son vacaciones.

No estoy de vacaciones, porque, para mí, escribir el correo de ayer es trabajo. Placentero, desde luego, pero trabajo. Dirás: ¿cómo va a ser eso trabajo? Déjame que te lo explique. La reflexión que me disparó el correo de Marc era nueva para mí. Llevábamos años preocupados con la inexpresividad de la gente. Si lo que estamos discutiendo aquí, ahora, en estos emails —este también— da, aunque sólo sea un poco, en el clavo, estoy/estamos mejorando la manera de escuchar, la manera de conversar, las posibilidades de interlocución, con los alumnos y pacientes, actuales y futuros, además de mejorar las relaciones entre los miembros de esta lista involucrados, y pasar un buen rato.

Es decir, estamos aplicando nuestra fuerza vital a mejorar el mundo en el que vivimos, mientras nos lo pasamos bien.

A esto yo lo llamo de varias maneras:

  • Lo llamo trabajo, no solo porque estamos mejorando nuestros ingresos a futuro, sino especialmente porque estamos mejorando la casa común con nuestra actividad.
  • Lo llamo política, practicamente por lo mismo. No este guiñol repugnante que dan por la tele, sino la capacidad de mejorar, con nuestras conversaciones, el espacio que compartimos (la polis).
  • Lo llamo vivir, porque para mi vivir es pasarlo bien, siempre he querido el cielo en la tierra, no quiero un premio después sino ahora, que la misma vida sea el premio, quiero que mi vida agote en vida la vida futura. Nada de premios después: ahora.

Claro, para poder pensar las cosas así hay que poder dejar de oponer la vida al trabajo (y para eso tienes que tener un trabajo que sea digno de una vida y una vida que pueda ser mejorada con tu trabajo).

Hay que dejar de oponer el trabajo y el goce, deshacer la maldicón bíblica («ganarás el pan...»), recuperar el goce de trabajar de las garras del trabajo alienado.

La capacidad de trabajar no es lo más precioso que tenemos, sino que es lo único que tenemos: la capacidad de modificar, mediante nuestra acción, el mundo que nos rodea. La forma actual de organizacion social nos hace ciegos a esta característica de nuestro trabajo, nos hace odiar nuestra facultad más poderosa, divide la vida entre ocio y neg-ocio y nos arroja a un ocio alienado en el que encima tenemos que ser consumidores compulsivos. Y, como terminamos aceptando esa división, encima no podemos ya gozar (ocio) del trabajo (neg-ocio) y nos convertimos, literalmente, en unos desgraciados que se auto-odian en su única facultad.

No es obligatorio vivir así. Pero hay que pensar de otra manera, producir para uno mismo y para otros una realidad diferente. No se puede hacer solo, esto: se precisa de otros. Por eso tiene una dimensión (micro-)política.

Cuando escribo estas cosas, se me aclara lo que pienso, lo organizo mejor, lo veo más claro, me siento más fuerte y más útil, no sólo para mí mismo, sino también para los demás. Estoy muy agradecido.

Un abrazo desde Tossa de Mar,

Josep Maria


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