Blog de Josep Maria Blasco


El sótano materno, y la inundación de la memoria


Publicado el 11 de marzo de 2024.
Etiquetas:            

Hola, Juan [Quemada]!

De cuando en cuando coincidimos: la última vez creo que fue en 2011, en la Campus Party de Valencia, en una reunión de pioneros que organizó Andreu, y ahora, de nuevo, en este hilo.

Hay una anécdota curiosa sobre esa época a la que aludes, 1985-86. Después de la entrevista que me hizo Andreu en 2008, y que apareció en la versión castellana de Cómo creamos Internet, un día me llamó la cuidadora de mi madre (que ya estaba bastante demenciada, la pobre — me refiero, en este caso, a mi madre), para avisarme de que había habido una inundación en el sótano de la casa familiar, lugar en el que teníamos un trastero: quería que fuese a echar un vistazo, por si había algo de valor que hubiese que rescatar.

Encontré un montón de material que había dejado olvidado, en mi habitación, al irme de casa de mis padres, y que había terminado siendo almacenado en ese sótano: carpetas con apuntes de la facultad, copias (¡en papel carbón!) de las cartas, larguísimas (y me imagino que muy pesadas para las desdichadas receptoras), que iba mandando a mis amigas, relatándoles, con todo lujo de detalles, cómo me había dejado uno de mis primeros amores; una cinta magnética, en algún formato propio de vm/cms; y un montón de correos electrónicos, impresos, de esas épocas, 1985–1986, a la que nos referimos.

Las cartas a mis amigas me sirvieron para solucionar una duda que me perseguía desde hacía tiempo: todas las críticas que me dirigió esa chica cuando me dejó no se me aplicaban a mí, sino a ella, puesto que eran las exactas y mismas cosas que le decía a ella su mamá, cuando se enfadaban ellas dos. Con el tiempo, la edad y la profesión, y viéndolo todo por escrito, me quedó pero que muy claro. Y, sin embargo —así son las cosas—, yo había pasado más de quince años sufriendo por el tema, dándole vueltas, intentando entender y asimilar... ¡algo que no me correspondía! C'est la vie. Así, mal que nos pese, nos vamos modificando, muchas veces hasta convertirnos en irreconocibles para nosotros mismos.

En cuanto a los correos de la época, me hubiesen venido muy bien, si hubiese podido disponer de ellos cuando Andreu me hizo la entrevista. Los podéis encontrar aquí, que los he digitalizado, para conservar la colección. El catalán, ya lo veréis, es una mica carquinyoli, pero es el que manejaba en ese momento.

En la red EARN, me metí bastante tarde, desde luego: ya llevaba puesta bastante tiempo cuando, el 22 de mayo de 1986, comencé a navegar por ella (en esa época, no lo llamábamos «navegar», pero esto no es importante ahora).

Lo más bestial es que los encargados oficiales de la red no la utilizaban para nada, no la exploraban. Les habían dicho que «era para los profesores e investigadores», y se lo tomaban demasiado en serio. Hay que ser lerdo, la verdad. No sé cómo se imaginaban que iban a dar servicio de un producto que no habían ni probado. Pero, en fin, así es como eran las cosas.

(¡Se escuchaba cada cosa, en esa época...! Recuerdo haber oído a un jefecillo comentar: «los del departamento de Gestión no lo necesitamos, esto del correo electrónico». En serio, no estoy inventando nada. El temor que por lo visto tenían —porque estaban llenos de fantasías raras— era que se iban a encontrar con que todo era muy divertido, divertidísimo, extremadamente divertido. Y que, entonces, los terminarían despidiendo, «porque no te estamos pagando para que te diviertas». Ya sé, ya sé: es completamente absurdo, y absolutamente ridículo. Pero pensaban esas cosas, en esa época. A mí, una vez, me lo dijeron: en 1983, fuimos a Oxford, a una reunión del SHARE y, al volver, mi jefe me dijo que bajo ningún concepto podíamos explicar que lo habíamos pasado bien. El Valle de Lágrimas; en fin, estas cosas: «Ja veus, aquí, arrossegant la bèstia». Y el Bruxismo Universal: el llorar y el crujir de dientes. Estas cosas).

Bueno, después de varios meses en los que prácticamente nadie la usaba, yo sí que me metí en la red. Tenía que hacerle compañía a un empleado que tenía un poco de fobia social y además necesitaba un ambiente tranquilo, porque estaba programando algo realmente complicado, de modo que venía a trabajar por las noches. Yo empecé a acompañarlo, de modo que aprovechaba el tiempo paseándome por la red, durante varias horas, cuando ya era muy tarde. Y era, también, por cierto, el momento más adecuado, porque estaban los americanos conectados, así como algunos frikis europeos, trasnochadores como yo. De día, en Europa, se escuchaba un silencio sepulcral. Se ve que funcionarios, imbéciles y personas demasiado literales, que se toman lo que les dicen demasiado en serio, también los hay, en los demás países.

En fin. El 30 de mayo, instalé un paquete(MAIL/MAILBOOK, de Richard Schaffer, de la Universidad de Rice), un Mail User Agent que permitía el envío de correo RFC822 (hasta entonces, sólo disponíamos de NOTE, de IBM, una aplicación propietaria que sólo funcionaba en EARN, BITNET, NetNORTH, y las redes conectadas).

El 9 de junio, instalé MAILER, un MTA de Alan Crosswell, de la Universidad de Columbia, que implementaba una versión batch de SMTP (BSMTP) para protocolos NJE. Así pudimos disponer de nuestro primer acceso, mediante el correo electrónico, a la incipiente Internet.

El 12 de junio, instalé el LISTSERV de BITNIC, de varios autores, distribuído por la Universidad de Nueva York. Era un servidor que implementaba un sistema de distribución de listas de correo.

El 25 de junio, envié una propuesta para que los datos de «los profesores e investigadores» pudiesen ser privados. Parece increíble, pero hasta ese momento se guardaba todo en unos «discos de departamento», donde todo el mundo podía tener acceso a todo.

El 12 de julio, instalé una versión del LISTSERV mejorado de Eric Thomas, de París (hoy día, LISTSERV es un producto comercial, que distribuye la compañía L-Soft).

El 19 de septiembre, instalé un cliente de CHAT, desarrollado también por Eric Thomas.

El 31 de octubre, empiezo a hablar de instalar RELAY, un servidor de CHAT desarrollado por Jeff Kell. El RELAY de BITNET es un antecesor del Internet Relay Chat.

El 13 de noviembre, comienzo a desarrollar un sistema de duplicación remota de discos, que equivale en su funcionalidad a lo que ahora se conoce como un CDN, programado sobre LISTSERV. El 26 del mismo mes, informo en la lista de los administradores de LISTSERV sobre mis desarrollos.

El 9 de diciembre, visito a Eric Thomas en París.

A mediados de 1987, en el Centro de Informática ya me estaban haciendo la vida imposible: todo esto que había puesto en marcha yo, se suponía que tendría que haberlo puesto en marcha otra persona (que, por su parte, no sabía nada, porque no navegaba, ya que la red EARN era «para los profesores e investigadores»), y producía otros temblores metafísicos (porque había un vacío de poder y nada de todo eso había sido autorizado directamente «por el Director»).

Los mandé mucho a la mierda, claro.

Al día siguiente de mandarlos mucho a la mierda, tenía una oferta para ir a trabajar a Alemania: iba a llevar, en la Gesellschaft für Mathematik und Datenverarbeitung (ahora Fraunhofer-Gesellschaft), en Bonn (que entonces, antes de la reunificación, era la capital de la República Federal), el nodo central de la red EARN en Alemania. Estuve allí casi dos años, y después me fui a hacer de hippie en Ibiza.

Pero eso es otra historia.

No tengo copias en papel, de esa época, 1987–1989. Probablemente estuviese todo en la cinta, que ya debe estar superdesmagnetizada.

Y, ya que te refieres a ello, nosotros estábamos en la Internet de los ricos, claro [Juan se ha referido a «la internet de los pobres», que permitía conexiones económicas a la red mediante el programa UUCP de Unix — JMB]. Poca broma, la internet de los pobres. Los estudiantes tenían que hacer las prácticas en un VAX que estaba completamente excedido (cada pulsación de una tecla en cualquiera de los terminales terminaba generando una interrupción de la CPU, y así, claro, no hay quien pueda nada), de modo que el deporte rey consistía en escribir un programa completo a ciegas, sin ver nada de nada; ir después a tomar un café; volver con el café en la mano, a medio tomar, y poder entonces observar cómo el eco dibujaba en la pantalla tu programa, así como las órdenes de guardado, compilación y ejecución. Al que más typos había cometido le tocaba pagar los cafés.

Los mainframes, por su parte, soportaban a mucha gente. Mucha. Los del CERN, por ejemplo, si no recuerdo mal, tenían unos 5000 usuarios simultáneos conectados — en un maquinorro, eso sí. Y en cambio, en la facultad, con sólo diez terminales colgando, el VAX ya se ahogaba.

Nunca quise saber nada de la internet de los pobres. Quizá porque tenía acceso a la internet de los ricos :) Ser pobre, cuando se puede elegir, la verdad, pues es de tontos. Después, claro, vinieron los PCs, y el mundo de la informática empezó a ser cada vez menos interesante. Nos fuimos volviendo todos pobres, y además tontos, pero que muy, muy, muy, muy tontos. Mira lo que pasa ahora, con las redes antisociales.

Pero eso es ya, también, otra historia.

Josep Maria


Copyright © EPBCN, 1996-2024.